Recursos y territorio
A mediados del siglo XIX la visión que se tenía de nuestro país era la de
un territorio con recursos naturales en abundancia y de recursos humanos en
escasez. Por eso en las primeras décadas de vida independiente la preocupación
por conservar esos recursos casi no existió.
Las sociedades han utilizado o explotado o apropiado los territorios para
su subsistencia, con criterios más sustentables unos (los pueblos originarios han
tenido ese marco en la explotación del territorio) y otros en términos no tan
santos. ¿Qué es el territorio entonces? El territorio es el lugar donde ocurren
las relaciones sociales. Cuando hablamos de territorio nos referimos a esa
extensión delimitada que incluye relación de poder y posesión de un individuo o
un grupo social; condensa límites soberanos, de propiedad, de vigilancia y
jurisprudencia. Sin embargo, todo territorio es espacio de conflictos al ser
producto de construcción histórico social.
Un ejemplo notable de un conflicto de esta naturaleza es la que genera un
tema tan complicado de abordar como lo es, lo acontecido el 2 de abril de 1982,
es decir la Guerra de Malvinas dónde se enfrentaron las fuerzas británicas con
las fuerzas argentinas. Gestionada por Adolfo F. Galtieri presidente de facto
dentro de un régimen que se había iniciado seis años atrás. A partir del año
2000 se recuerdan a los veteranos y caídos en esa guerra.
Desde el siglo XIX las Islas
Malvinas fueron usurpadas por la Corona Británica, relacionado este evento con
el control de pasos estratégicos y la apropiación de recursos. Estos últimos se
necesitaban para el frío invierno europeo y eran cubiertos con las pieles de animales y
la grasa que servía para iluminar casas y calles. Cuando en 1820, Jewett en nombre del gobierno
argentino toma posesión de las Islas, había 50 buques entre ingleses y
norteamericanos dedicándose a la caza de anfibios y la matanza del ganado de
las islas. Para obtener un litro de aceite, se mataban 17,5 pingüinos. Esta
cifra se manejaba en 1882, cuando ya habían sido usurpadas.
Si todo territorio es espacio de conflicto, no es menos lo que sucede con
nuestro reclamo territorial sobre las islas. Es un tema que de alguna forma
también incómoda a la ciudadanía en tanto el trato que se merece, las pasiones
que despierta, el reconocimiento tan esperado por muchos que al regresar de tan
triste empresa se encontraron que la sociedad argentina les dio la espalda
identificándolos con el Gobierno de facto que los había enviado.
Recuerdo que cuando tomaron las islas, un docente del cuerpo directivo paso
por las aulas anunciando que tropas argentinas habían tomado las islas, todos
vivaban la cuestión y mi compañera de atrás (Alejandra Gevara) dijo: ¡¡¡Hey!!! No festejen va a morir gente.
Obviamente en el murmullo generalizado sus palabras se perdieron. Los colimbas, que eran jóvenes que al terminar
la secundaria cumplían el servicio militar obligatorio, fueron enviados sin pertrechos adecuados, sin preparación
militar y abandonados a su suerte en las Islas. Un familiar político, falleció
en las islas, por buscar alimentos al pisar una mina conocida como “caza bobo”
porque estaban hambrientos (no eran abastecidos de alimentos) y es uno de los
tantos testimonios que muchos argentinos conocemos.
También se han multiplicado los suicidios luego de este conflicto, tanto
entre los británicos como entre los argentinos. En ambos bandos la excusa para
iniciar una guerra era mantener un régimen que perdía poder. Terminada la
guerra se desvaneció la euforia nacionalista y muchos ex combatientes
percibieron que quedaban incluidos en una historia de ribetes dolorosos y
lamentables para toda la ciudadanía. Se cumplen treinta años de aquellos
sucesos. Estos generaron que el pueblo saliera a las calles y pidieran el fin
del régimen militar. La gesta esta en que Argentina volvió a la democracia. Y
no es un dato menor para apreciar.
Bibliografìa:
“Malvinas, historias breves y sentimientos” Salvador Antonio Vargas,
editorial Dunken
“Memoria verde” Historia ecològica de la Argentina. Antonio Elio Brailovsky
y Dina Foguelman, ed. Debolsillo
No hay comentarios:
Publicar un comentario